En “Dios en el torbellino”, Wells se aventura a explorar en profundidad la paradoja de que el ser de Dios se defina al mismo tiempo por su santidad y su amor, mostrando la manera en la que su amor-santo proporciona la base sobre la que comprendemos la cruz, la santificación, la naturaleza de la adoración y nuestra vida de servicio en el mundo. No solo eso, sino que además esta visión renovada del carácter de Dios es el remedio necesario a la superficialidad de la teología del más amplio espectro evangélico de nuestros días, que presenta a un Dios liviano y un evangelio sentimental.