Hildred Castainge es el joven narrador y protagonista de esta historia que se desarrolla en la ciudad de Nueva York en 1920, 25 años en el futuro respecto de la fecha de publicación del cuento. Mientras se recupera de un accidente a causa de una caída de caballo que le provocó algunas lesiones en la cabeza, relata el futuro distópico de la sociedad americana, en el que vive la prosperidad junto con el control de la inmigración y la ley del suicidio.
Durante su recuperación en el hospital psiquiátrico, completamente alienado e incapaz de diferenciar la realidad de la fantasía, se ve inmerso en la lectura del libro El Rey de Amarillo, el texto prohibido que leyó apasionadamente. Así es como enlazó amistad con otro interno del centro, un personaje extraño y siniestro: Wilde, que se hace llamar el reparador de reputaciones. Este anciano de aspecto repugnante presume haber creado una organización capaz de limpiar el pasado que atormenta a sus acólitos, y, posteriormente, de utilizarlos como engranajes del sistema.
Es así que Hildred, bajo el estado de alienación y con una nefasta influencia, deriva en una auténtica locura que sus familiares desconocen y temen…
Este cuento le mantendrá la inquietud a lo largo de todo el relato, haciéndole dudar entre la veracidad del contenido, mezclando lo real y lo fantástico.
Robert William Chambers (1865 — 1933) nació en Brooklyn en el seno de una familia burguesa. Estudió en el New York Art Students League y en 1886 se mudó a París, donde convivió con el movimiento artístico bohemio, y donde expuso su obra en el salón de 1889. A su regreso a Nueva York, vendió ilustraciones a las principales revistas del momento. No obstante, a pesar de considerar la escritura como algo secundario, su pasión por contar historias lo llevó a publicar su primer libro, In the quarter en 1984 al cual le siguió El Rey de Amarillo, que lo convirtió en un maestro del cuento moderno de terror.
Fue un escritor prolífico y sus obras alcanzaron un gran prestigio, llegando algunas a ser best-sellers. El dinero que obtuvo de ello lo invirtió en sus otras aficiones, entre las que se encontraba coleccionar mariposas y porcelana china. Chambers falleció a los sesenta y ocho años tras ser operado de una dolencia intestinal.