Era un capítulo de Primavera, lo habíamos escrito hacía casi un mes. Pero en ese momento, de pronto, todo lo que aparecía en la pantalla me resultó tan desmesurado. Viendo las imágenes en silencio se hacía más exorbitante el artificio. La protagonista lloraba como sólo se llora en las telenovelas. Me sentí vacío, ridículo. Miré a mi madre. Tenía la boca entreabierta. La luz del televisor ilumi