Al respirar nos movemos. Ahora bien, como lo dice Rilke, el gesto es lo que sabe, mejor que todo, “elevarse desde las profundidades del tiempo”. Lo experimentamos cada vez que reaccionamos corporalmente a una situación crucial de deseo o de pavor, de duelo o de desesperación: en esos momentos, nuestros gestos poseen una antigüedad que nosotros mismos no podemos sino ignorar. Aby Warbug no observó otra cosa en la historia cultural de las Pathosformeln, cercano en esto a todo lo que Freud enunciaba, en la misma época, acerca de la temporalidad paradójica —repeticiones, represiones, retroactividad— del síntoma