Para Monet, el acto de creación siempre fue una dolorosa lucha. Su obsesión por expresar emociones y transmitir el efecto de la luz sobre la naturaleza fue mucho más intensa que la de sus contemporáneos. En sus palabras: “Las técnicas vienen y van… el arte siempre es el mismo: una transposición de la naturaleza que requiere tanto de la voluntad como de la sensibilidad. Me esfuerzo y forcejeo con el sol… debería pintar con oro y piedras preciosas”.