El relato refleja el conflicto entre la virtud y los vicios humanos. Además y no menos importante, nos dice que la muerte no es el final, que la huella de nuestra virtud perdura en este mundo, en las personas cercanas –y quizás también en las no cercanas– una vez que ya no estamos, y que sin saberlo, pero intentándolo, quizás hayamos puesto nuestro granito de arena para lograr un mundo un poco mejor.