La Iglesia Cristiana, aún en medio de las vicisitudes de su vida externa, de sus avances y persecuciones, aciertos y apostasías, victorias y derrotas, siempre ha tenido en su seno testigos de Cristo marcados con el sello del Espíritu Santo. La influencia de los Ireneos, de los Tertulianos, de los Ciprianos, de los Clementes y de los Orígenes, se ha hecho patente en todo momento y ha sido crucial para solidificar los fundamentos de la fe. Por ello, estudiar y conocer bien su historia es esencial. Ahondar en los comienzos y saber exactamente de donde venimos, no es una opción, es una necesidad. Y no sólo para pastores y líderes, sino para todos los creyentes.