—Y usted —carraspeó Fabio luego de un rato— ¿por qué se quiere morir?
—Digamos que estoy loca.
—¿Cómo loca?
—Sí, loca, soy demasiado frágil para el mundo —suspiró—, como esos genios atormentados que nadie entiende. Haga de cuenta Van Gogh, nada más que no pinto. En realidad no tengo ningún talento. Soy una perdedora natural.