A pesar de ser casi desconocida en Perú, su país natal, Rosa Arciniega es parte relevante de la vanguardia literaria iberoamericana del siglo XX. Revolucionaria, aventurera y divergente, cultivo un prolífico corpus narrativo donde destaca “Mosko-Strom” (1933), una novela distópica de la modernidad. En ella asistimos a la historia de un desencantamiento: el de Max Walker, el protagonista —un apóstol de la religión del progreso, arquetipo del hombre moderno—, quien enfrentando con el curso trágico de la vida, descubre los ominosos dobleces de la fantasía civilizadora occidental.
Comparada con “Un mundo feliz” por su agudo retrato de la modernolatría, “Mosko-Strom” interpela a los lectores del siglo XXI sobre los peligros del “progreso” en un mundo condicionado por la tecnología. Y, como el clásico de Huxley mantiene su vigencia en estos días.