Friedländer se hizo eco del hecho de que los contemporáneos del artista “las consideraban como sermones con contenido moral.” Charles Cuttler aseguraba que “los seres de El Bosco, normales a la par que anti-naturales, unidos a una lógica más artística que natural, eran el vehículo perfecto para su seria y moralizante exaltación de los ideales cristianos básicos…”
En 1959, Ludwig von Baldass identificó a varios mecenas del artista que eran personajes eminentemente respetables: Felipe el Bueno, duque de Brabante y su hermana, la archiduquesa Margaret, Guillermo de Orange y el archiduque Ernest, además de otros ciudadanos corrientes (aunque sin duda alguna influyentes) de Amsterdam, Haarlem y Amberes, incluyendo a Rubens en el siglo XVII.