Obras

En un pueblo cercano al nuestro, mi madre trató a una señora que estaba mortalmente preñada de ajolotes.

Perros mutilados, palomas desaladas. Pesados lingotes de goma que nadan y galopan con difíciles ambulacros. Meros objetos sexuales. Microbios gigantescos

Veloces lanzaderas, las focas tejen y destejen la tela interminable de sus juegos eróticos. Se abrazan sin brazos y resbalan de una en otra improvisando sus rondas ad libitum. Baten el agua con duras palmadas; se aplauden ellas mismas en ovaciones viscosas. La alberca parece de gelatina.

El ciervo, que no puede estarse quieto, avanza como una aparición, ya sea entre los árboles reales o desde un boscaje de leyenda: Venado de San Huberto que lleva una cruz entre los cuernos o cierva que amamanta a Genoveva de Brabante. Dondequiera que se encuentren, el macho y la hembra componen la misma pareja fabulosa.

JUBILADO por la naturaleza y a falta de pantano a su medida, el hipopótamo se sumerge en el hastío

la jirafa representa mejor que nadie los devaneos del espíritu: busca en las alturas lo que otros encuentran al ras del suelo.

Cuadrúpedos de cabeza volátil, las jirafas quisieron ir por encima de su realidad corporal y entraron resueltamente al reino de las desproporciones

En nuestros días, la osera sigue siendo la más confortable de las habitaciones feroces.

Como su cabeza oscilante, el alma del oso vacila entre la esclavitud y la rebeldía.

Armonioso capitel de plumas labradas que apoya una metáfora griega; siniestro reloj de sombra que marca en el espíritu una hora de brujería medieval: