Aquí vamos a realizar un ejercicio narrativo. Se trata de anotar el pensamiento del personaje como si fuese un dialogo mismo, pero totalmente interno. Solo lo escuchan el autor, el personaje y el lector, nadie más. Es un recurso interesante que utiliza Franklin Herbert para matizar la personalidad y las dudas de sus personajes en Dune, la saga de ciencia ficción. Basta con entender que entre el pensamiento y el diálogo puede haber un abismo de diferencias y contrastes, dejando clara una complicidad críptica entre el autor, el personaje y el lector, por encima del resto de individuos en la historia y en el universo entero. Se logra, entonces, un pacto mucho más profundo cuando el lector puede leer la mente del personaje, y esto solo lo puede generar una persona: el autor.