El contexto es clave. En casa, en nuestra zona de confort, somos libres de actuar y decir lo que queramos. En público se aplican reglas diferentes. Seguimos siendo libres de actuar y expresar nuestra opinión, pero hemos de ser conscientes de la conducta de quienes nos rodean. Después de haber pasado años observando a la gente, deberíamos ser capaces de juzgar el talante de los desconocidos con los que nos encontramos.