mucho que la verdad que se esté expresando a través de esta nueva arquitectura sea desagradable, es probable que los críticos modernos la encuentren más aceptable que la reconstrucción acrítica de réplicas de los edificios históricos dañados o destruidos. La historia, con su aspiración a la verdad, está siendo sustituida demasiado a menudo por el patrimonio, según el historiador David Lowenthal, y el patrimonio es, en su opinión, «una declaración de fe en el pasado; ese orgullo, lleno de prejuicios, por el pasado no es una consecuencia indeseada del patrimonio, sino su objetivo esencial». El patrimonio, para Lowenthal, es historia distorsionada.4 Esta es una advertencia crucial respecto a los usos y abusos en la reconstrucción del