Si lord Vetinari, el taimado gobernante de la metrópoli de Ankh-Morpork, quería alguien con tacto y diplomacia para que representara a la ciudad durante la ceremonia de coronación del nuevo rey electo de los enanos en el distante país de Überwald, ¿por qué -se pregunta Sam Vimes- lo ha escogido a él? Lord Vetinari quiere echarle a los lobos. Y a los enanos. Y a los vampiros. Porque éstas son las tres mayorías que gobiernan el vasto y feudal reino de Überwald. Donde se extrae el mejor sebo para velas y cirios, del que es absolutamente dependiente la ciudad de Ankh-Morpork. Así que esta misión diplomática es también una misión económica encubierta, para lo cual un curioso funcionario de palacio acompañará a los nuevos embajadores: él se encargará de todos los susurros y guiños mientras Vimes se dedique a servir los sándwiches de pepinillo. Aunque no le apetezca, sir Samuel Vimes, comandante de la Guardia de la Ciudad, no va a poder negarse a la orden de lord Vetinari, y pronto parte con su séquito hacia Überwald, donde deberá resolver un misterio inesperado.