volvió a acercarse y, cuando ella echó el cuello hacia atrás, él inclinó aún más la cabeza hacia la suya. Phoebe sintió el calor de su cuerpo y sintió un estremecimiento en la piel que le pareció muy peligroso.
–¿Sabes qué es lo que me encanta de ti? –le dijo en un tono profundo que le aceleró el pulso y la respiración–. Tu capacidad para evitar lo inevitable.