¡Como novia sí, pero como esposa no! Lindy no se podía creer que fuera la novia del armador Atreus Dionides. ¡Ella, que estaba rellenita y se ganaba la vida haciendo velas! Pero Atreus parecía encantado con sus curvas cuando le hacía el amor apasionadamente en su casa de campo. Claro que Lindy se iba a llevar dos buenas sorpresas: la primera, que ella sólo era la amante de los fines de semana y que Atreus se quería casar con una joven de la alta sociedad griega; y la segunda, imposible de esconder, que estaba embarazada de él.