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Cristina Rivera Garza

El invencible verano de Liliana

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  • Sandra Vázquezhas quotedlast month
    orque estamos aquí, sí, llenas de talentos, no para alimentar la maestría vampírica de otros, ni para caer ciegas en el abismo de la locura, ni para cargar una piedra como San Jerónimo. Estamos aquí con el peso encantado de la existencia y la ligereza, la ligereza plácida del sueño, porque tenemos muchas cosas por decir, hacer, pensar, repensar, recrear; porque nuestro punto de vista es nuevo para una historia que lo ha negado, usurpado, ciento de millones de veces; porque tenemos que decir: ¡Ya basta! Ni el dogma del amor, ni el de la fama, ni el del dinero van a poder destrozar algo mucho más firme e inocente a la vez, el deseo insensato, tímido, arrebatado por vivir, por vivir y por crear otro vivir, algo más hermoso, algo más justo. Para eso es la voz y la mano».
  • Sandra Vázquezhas quotedlast month
    Tengo hasta hoy la impresión de que ese verano de 1990 Liliana estaba intentando salir. Liliana ya iba de salida. Después de tantos años de gaslighting, después de los años en que Liliana aprendió a acceder a las demandas del oso para así calmarlo, después de años de lucha, de resistencia, de negociación, de batalla, Liliana estaba por fin en su camino hacia fuera.
  • Sandra Vázquezhas quotedlast month
    «Poem to a Sad Daughter», Michael Ondaatje le habla a su hija de dieciséis años. Agridulce y nostálgico, el poema recorre los tropos típicos de la relación entre padres e hijos cuando se hace presente la adolescencia: la divergencia de caminos, la búsqueda de identidades propias que alejan al adolescente de la casa, la rebeldía justificada o la resistencia fútil. Liliana lo habría encontrado cursi, me temo; pero tal vez habría cedido un poco ante el cariño incuestionable que emana de la voz lírica. Aunque el padre se niega a dar consejos, tiene que aceptar, se diría que a regañadientes, que el poema es, a su manera, tal vez a su pesar, una primera lección. Un gran consejo tutelar. Quiérelo todo, le recomienda a su hija, si te vas a quebrar, quiébrate tratando de salir y no de entrar.
  • Sandra Vázquezhas quotedlast month
    El sistema a cargo de culpar a la víctima, además, empieza a funcionar cuando las cosas todavía están frescas y, luego, no se detiene de ninguna manera a lo largo de los años. Es una maquinaria metódica y aplastante. Está ahí, funcionando a la perfección, entre los que susurran: si no la hubieran dejado ir a la Ciudad de México, si no hubiera tenido novio de tan chica, si hubiera sabido elegir mejor, si se hubiera esperado al matrimonio para tener relaciones sexuales, si hubiera tomado una mejor decisión, si no se hubiera equivocado. Y está también ahí, después, sin importar el número de años, entre los que apuntan que los padres pasaban mucho tiempo fuera de la casa, la madre trabajaba, el padre no le daba suficiente dinero, los novios la asediaban, las mujeres la querían. Está en las miradas turbias y las sonrisas fingidas. En la conmiseración. En los que se sienten a salvo y elaboran esa línea moral que divide el nosotros del ustedes. Está en la exigencia imperiosa, ineludible, apabullante de que se culpe a la víctima y de que te inculpes con ella. Está en la exigencia imperiosa, ineludible, apabullante, de exonerar al asesino a toda costa.

    Uno no aprende a callar; uno es forzado a callarse.

    A uno le callan la boca.
  • Sandra Vázquezhas quotedlast month
    Y NO NOS QUERÍAMOS IR.

    Cristina, su hermana mayor, con un nudo en la garganta, articuló un agradecimiento a la compañía. No sabíamos qué hacer.

    Y NO NOS QUERÍAMOS IR.

    Las flores también sollozaban de tristeza, sin embargo, estaban conscientes: tenían un privilegio, serían su abrigo. Estarían con ella siempre, siempre. La acompañarían hasta la eternidad en aquel pedazo de tierra.

    De los presentes, uno a uno se despidieron de Cristina. No sabían qué decir. Algo le balbuceaban al oído en aquel abrazo de consuelo. Era lo único que podíamos hacer.

    Cristina no pudo quedar sola en aquel espacio, la acompañaron en aquel instante el sol, el viento, las flores, y el espíritu de Liliana, con quien conversó, y como de costumbre, hicieron planes.
  • Sandra Vázquezhas quotedlast month
    Las mujeres maltratadas se quedan poique ven que el oso se aproxima. Y quieren vivir».
  • Sandra Vázquezhas quotedlast month
    Toda esta invasión viene de mí misma (eso es lo peor). Me invado. No lo soporto. Gusanos.
  • Sandra Vázquezhas quotedlast month
    ¿Me pensaste demasiado débil como para entenderlo? Quizá lo parezca, pero no soy débil, no lo soy. Me he caído y me he vuelto a levantar. No digo que mi vida sea un drama griego, porque no lo es, pero creo que me han educado para ser mejor, para no dejarme vencer, para crear y para aprender…
  • Sandra Vázquezhas quotedlast month
    afortunada o desafortunadamente, pero soy de esas raras personas que apenas a los 17 años tiene demasiado alto algunos valores, ya sabes… la honestidad, y todas esas cosas raras, y no hablo de la moral o mojiqaterías, simplemente lo que uno piensa es lo más elemental para amar a los demás y a uno mismo… amor, sí… sencillo, no tan solo amor egoísta por una sola persona, sino por todo, por todos… A lo mejor soy pendeja, pero tengo la convicción de que yo tengo la razón.
    Las cosas pasan delante de uno (o si lo prefieres, por detrás) si te interesan, las tomas, si no, lo mejor y más sensato es dejarlas pasar… pensando eso no puedo, no logro entender, por qué me tomaste, para hacer después esto… ¿por qué no me dejaste pasar? ¿Me lo merecía? Yo sé que no. ¡Oh! He pensado tantas cosas, mi cerebro está hecho un caos.
  • Sandra Vázquezhas quotedlast month
    Lo que haya sucedido entonces, lo que provocó un viraje tan radical y una respuesta tan enérgica, sin embargo, no aparece en el archivo. Innombrado, tal vez innombrable, Liliana decidió no hablar, o no pudo hablar, o no tenía lenguaje para hablar de eso.
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