¡Oh, Universo! Todas tus obras me complacen. Todo lo que llega a tiempo para ti no puede ser para mí ni prematuro ni tardío. ¡Oh, naturaleza! Lo que me traen tus estaciones es para mí sazonado fruto. Todo proviene de ti, todo reside en ti, todo vuelve a ti. Oh, ciudad de Cécrope, ciudad querida. Y lo que se ha dicho de Atenas, la hermosa ciudad de Cécrope, ¿no se podría decir del Universo, la hermosa ciudad de Dios?