Walter no había querido un tercer hijo, a su edad. Pero, por lo visto, había llegado a querer a su hombrecito. Aunque la verdad era que Walter no pasaba mucho tiempo con su hombrecito ni con sus niñas. Pero los quería a todos, como hacían los Braam con sus hijos, manteniendo cierta distancia. Cuidar y amar a los hijos era una tarea exclusivamente de mujeres.