La crítica de las tecnologías digitales –por su configuración monopólica y su uso antidemocrático por parte de los gobiernos— ha venido acompañada de una notoria «falta de resistencia» de nuestra parte. Por ejemplo, tras las revelaciones de Edward Snowden sobre la vigilancia masiva que ejerce Estados Unidos a través de la NSA, cuenta la alemana Mercedes Bunz que solo uno de sus 2.401 contactos de correo electrónico, su tío Axel, le escribió para darle sus nuevos datos después de cambiarse a un servicio de correo asegurado contra las escuchas estatales.
«Quedé muy impresionada –dice la autora–. Había una indignación explícita y la idea de que no queríamos ser gobernados de esa manera por las tecnologías digitales, pero no se conectaban con las consecuencias: estábamos preocupados pero seguíamos usándolas como siempre. Y yo, que tampoco había cambiado mis configuraciones de correo, era parte del problema».
Así supo que debía reflexionar específicamente sobre esa brecha que ha surgido entre crítica y tecnología, y lo ha hecho en este breve ensayo a partir de la célebre pregunta de Foucault en ¿Qué es la crítica?: ¿cómo no ser gobernados de esa manera? Bunz se apoya en Foucault, Deleuze y el teórico de la computación Philip E. Agre para explorar cómo las tecnologías digitales alteran los mecanismos de poder, cuál es su especificidad, y muestra que el proceso de cálculo digital oscurece el poder que se ejerce sobre el individuo, y también su sometimiento: ahora puede haber poder, pero eso ya no significa automáticamente que también pueda haber resistencia individual.