Cuando Catherine Porter asesina a su único hijo y se quita la vida, nadie entiende el por qué. Vilipendiada por su crimen, se convierte en sinónimo de todo lo malo y perverso entre los lugareños, y los padres comienzan a utilizar su nombre para asustar a sus hijos descarriados y hacer que se comporten.
Poco después de su muerte, comienzan a circular informes de que su fantasma ha sido visto dentro de su antigua casa. Con el paso de los años, los avistamientos continúan, haciendo que la mayoría de los ocupantes de la casa huyan de la propiedad, gritando en la noche, para no volver jamás.
Cuando la familia Jefferson se muda a la casa, deciden celebrar una sesión de espiritismo para deshacerse por fin de su indeseado huésped. Pero al hacerlo, desatan algo aún más aterrador: una fuerza malévola que no se detendrá ante nada para recuperar su dominio.