En 1895, el estadístico noruego Anders Kiaer promovió un método al que llamó “muestreo representativo”, en el que debía llevarse a cabo una selección intencionada con el objetivo de crear una muestra que fuera, en un sentido no especificado plenamente, un microcosmos de la población.118
En 1934, Jerzy Neyman leyó ante la Royal Statistical Society un artículo muy influyente (fue la última ocasión por la que él y Fisher disfrutaron algo parecido al compañerismo).119 El artículo de Neyman elaboró la teoría del muestreo aleatorio como una forma de alcanzar con rigor el objetivo de Kiaer. En la discusión, Fisher aprobó esa parte del artículo. Notó, eso sí, que aplicar la aleatorización en las ciencias sociales sólo para la selección de la muestra es diferente en general al uso que Fisher empleaba en la agricultura, donde los diferentes tratamientos se imponían aleatoriamente sobre las unidades experimentales. “Este proceso de aleatorización experimental no podría, desafortunadamente, imitarse en las investigaciones sociológicas. Si se pudiera, con certeza se sabría más de lo que se sabe sobre la causa y el efecto en los asuntos humanos.”120 Al paso de las siguientes dos décadas, el muestreo aleatorio en las ciencias sociales (de manera no invasiva) despegó, frecuentemente con variaciones tales como el enfoque en subpoblaciones (muestreo estratificado) o como parte de un proceso secuencial (por ejemplo, el muestreo en cadena o “de bola de nieve”).