Hemos hablado de la vida diaria, incluso hemos utilizado la expresión «metafísica de la vida cotidiana». Espero que hayan entendido bien la expresión: no se trata solo de hacer que el día a día —que aparentemente es gris, banal y trivial— sea, por así decirlo, transparente, de hacer que a través de nosotros pueda mirarse lo eterno, se trata, en última instancia, de mostrar que lo eterno remite a lo temporal —a lo temporal y lo cotidiano, como al lugar de un encuentro constante de lo finito con lo infinito—. Lo que creamos, experimentemos y suframos en un instante determinado lo creamos, experimentamos y sufrimos al mismo tiempo para toda la eternidad.