lo hemos conocido en el campo de concentración, donde todo lo irrelevante se había esfumado, donde desapareció todo lo que uno había poseído: el dinero, el poder, la fama, la felicidad, y quedó solo lo que uno no puede «tener», solo lo que uno debe «ser». Lo que quedó fue el mismo ser humano. Consumido por el dolor y abrasado por el sufrimiento, quedó reducido a lo esencial en él, a un ser humano.
Entonces, ¿qué es el ser humano?