Si escribes libros, redactas una página por vez. Volvemos la espalda a lo que sabemos y a lo que tememos. Estudiamos catálogos, miramos partidos de fútbol, contamos los pájaros que hay en el cielo y no nos apartamos de la ventana al oír unos pasos detrás. A veces las nubes parecen cosas diferentes —peces, unicornios y jinetes—, pero de hecho son sólo nubes, y concentramos nuestra atención en la comida siguiente, el dolor siguiente, la respiración siguiente, la página siguiente. Así es como seguimos adelante.