Cuando Phill recibió el encargo de proteger a la prima de sus jefes pensó que era una gran oportunidad para su carrera. Nada como que los Vasiliev confien en ti para proteger a su propia sangre. Pero cometió un enorme error, el peor de todos.
Hay una norma no escrita que todo guardaespaldas conoce “nunca, jamas, impliques tu corazón en tu trabajo”. Enamorarse de la persona a la que debes proteger nunca acaba bien. Pero Phill no pudo evitarlo. Luchar contra ello era su única opción.
Pero el corazón no entiende de caminos correctos, ni de obligaciones, y mucho menos atiende a razones.
Phill nunca ha sido de los que se rinde, pero esta vez no tendrá más remedio que hacerlo.