La lluvia de fuego es uno de los doce cuentos que componen Las fuerzas extrañas, editados por primera vez en 1906. Tras leer el subtítulo de «Evocación de un desencarnado de Gomorra», el lector toma conciencia de que se trata de una referencia bíblica: el final de Sodoma y Gomorra. Ciudades que fueron castigadas por el poder divino en forma de lluvia de fuego por sus innumerables pecados.
En La lluvia de fuego, de Leopoldo Lugones, el fuego también cae sobre la ciudad:
«De pronto, el esclavo que atravesaba el jardín con un nuevo plato, no pudo reprimir un grito. Llegó, no obstante, a la mesa; pero acusando con su lividez un dolor horrible. Tenía en su desnuda espalda un agujerillo, en cuyo fondo sentíase chirriar aún la chispa voraz que lo había abierto.»
En un increscendo continuo la tragedia, de origen desconocido, amenaza con arrasarlo todo. En medio de la tragedia un hombre vive aislado en un sótano entre botellas de vinos y víveres que allí se acumulan. En tímidas excursiones al exterior el hombre irá descubriendo las dimensiones de la tragedia provocada por La lluvia de fuego. La incertidumbre, la fuerza de lo innombrable y el azar dan a este relato argentino un toque surrealista y otro toque de literatura del absurdo.