La reina de nada

—Y tú. —Me mira y curva los labios para formar algo que no termina de ser una sonrisa; es algo más y menos que eso—. Todo me resultaba ajeno, pero a ti te reconocí en todo momento.

Y cuando me besa, siento que al fin puedo volver a respirar.

—. A lo mejor le gustaría oírme gritar.

—Claro que me gustaría —dice Cardan, levantándose—. Y puede que algún día lo consiga.

No lo fuerces, Jude. Deja que fluya.

si no podía ser mejor que mis enemigos, entonces me volvería peor que ellos. Mucho mucho peor.

Es a ti a quien quiero —afirma—. He dedicado mucho tiempo a proteger mi corazón. Lo blindé de tal modo que podía actuar como si careciera de él. Incluso ahora, sigue siendo un órgano averiado, indecoroso e infestado de gusanos. Pero te pertenece

Eres mi condena eterna

—Al contrario que él, yo no considero que el amor sea un juego —replica Cardan—. Puedes acusarme de muchas cosas, pero de eso no

Ella es mi esposa —dice Cardan, haciéndose oír entre la multitud—. La legítima reina suprema de Elfhame. Y su exilio ha terminado

Yo soy la reina de Elfhame

Prometí que se la devolvería. Pero si está muerto, ya no podré hacerlo