A menudo se traza una distinción fuerte entre las crisis que comienzan en el sector público –con la imposibilidad de los gobiernos de pagar lo que deben y de refinanciar sus deudas pendientes– y aquellas que comienzan en el sector privado. Argentina en 2001-02 y Grecia recientemente pertenecen a la primera categoría; la crisis de los EE.UU. en 2008, a la segunda. Pero la distinción no siempre es clara: una crisis en el sector privado puede transformarse fácilmente en un problema del sector público,