Michel Foucault supo interpretar el poder como una relación, y desde allí examinar el significado de anomalías como la locura, la enfermedad o la conducta sexual. Sus textos ayudaron a rarificar la mirada sobre la normalidad y sobre el supuesto progreso de la técnica; nos enseñaron a ver que los dispositivos y las herramientas tecnológicas asombrosas no eran solo los artefactos industriales y científicos. Aprendimos que también son tecnologías sorprendentes los diferentes modos de intervención del Estado sobre los individuos y sobre la población. Entonces, entender el poder como una relación significa que no se trata de algo sustancial, ni un objeto que se pueda usurpar, ni un atuendo o símbolo para ostentar, ni un lugar para ocupar. Se trata de algo más complejo porque el poder es productivo. Las relaciones de poder permiten ordenar, clasificar, controlar, administrar y gestionar individuos y poblaciones.
Organizamos nuestro libro en tres partes interconectadas. La primera de ellas está centrada en un pensamiento sobre la vida y el cuerpo a partir de las prácticas biotecnológicas. Allí interrogamos diferentes concepciones usuales y reflexionamos sobre las nociones de vida y cuerpo como tecnologías. En la segunda parte, los diferentes capítulos abordan el problema de los mecanismos de control social, educativo y mercantil, en el marco del ascenso de un biopoder. En la tercera parte, los diferentes textos reflexionan sobre el impacto de las nociones foucaultianas asociadas a la biopolítica en las concepciones modernas del cuerpo, la democracia, lo político y el espacio público.