Este libro reúne una serie de herramientas y sugerencias sencillas y fáciles de poner en marcha, tanto en casa como en la escuela. Son propuestas multidisciplinares y ampliamente probadas para que los niños de ahora –adultos en poco tiempo— afronten la vida con equilibrio, humor, perseverancia y, sobre todo, con capacidad para motivarse y encarar con entusiasmo cualquier iniciativa.
• Cómo hablar para que el niño comparta, piense y reflexione.
• Gestión del estrés. Pantallas y redes sociales.
• Habilidades comunicativas. Saber escuchar. Asertividad.
• Ejercicios para reconocer las emociones.
• Frases, cuentos y relatos para trabajar las emociones.
Sabemos por experiencia que los niños con una educación emocional positiva y estable muestran una capacidad intelectual más abierta y adecuada, sobre todo si tenemos en cuenta que, muy a menudo, nuestras emociones pueden llegar a desbordar y hacernos actuar de manera irracional.
El proceso de educar emocionalmente a los niños es en estos momentos una de las tareas más apasionantes en pedagogía… y en el entorno familiar. Está comprobado que los individuos que gobiernan adecuadamente sus emociones y que también saben interpretar y relacionarse efectivamente con las de los demás, disfrutan de una situación ventajosa en todos los dominios de la vida: son personas más satisfechas, más eficaces y más capaces de dominar los hábitos mentales que determinan la productividad. Por el contrario, quienes no pueden controlar su vida emocional, se debaten en constantes conflictos internos que socavan su capacidad de trabajo y les impiden pensar con suficiente claridad.
Con las habilidades necesarias, cualquier niño o niña puede llegar a percibir e identificar, comprender y manejar las emociones en uno mismo y en los demás, siendo esa la base de la competencia emocional, nada menos que poner a los más pequeños en la rampa de salida de un camino positivo y constructivo.