Hallan que el poder del cuerpo sobre el alma queda quebrantado. Pueden tener conflictos y pruebas, muchas de ellas severas; pero de modo regular son librados de la esclavitud de la pasión y obtienen la victoria sobre el pecado y hallan fácil el servir a Dios. Sus mandamientos no les son gravosos. Su yugo es fácil y su carga ligera.
VII. El verdadero convertido halla paz con Dios. Sabe que la tiene. Se goza en ella. Tiene un sentimiento de que su pecado es perdonado y de victoria sobre la corrupción.
VIII. Se puede ver, por este tema, la verdadera posición de la vasta mayoría de los miembros de las iglesias. Todos están luchando bajo la ley. Aprueban la ley, tanto el precepto como el castigo, se saben condenados y desean alivio. Pero todavía se sienten infelices. No tienen espíritu de oración, no tienen comunión con Dios, no tienen evidencia de adopción. Pueden dar solo el capítulo siete de Romanos como evidencia. Este capítulo dice: «Esta es mi experiencia exactamente». Déjame decirte que si esta es tu experiencia, estás todavía en la amargura y atado por la iniquidad. Te sientes en los lazos de la culpa, abrumado por la iniquidad, y sin duda sabes que es amarga como la hiel. No trates de engañarte suponiendo que con una experiencia así puedes ir y sentarte aliado del apóstol Pablo. Eres carnal todavía, vendido al pecado y, a menos que abraces el Evangelio, eres condenado.