Tu buen amor propio

para ser realmente tú mismo, has de olvidarte de ti mismo.

Es importante que aprendas a distinguir entre pensamiento, imaginación y sentimiento. El pensamiento y el sentimiento conviene que vayan de la mano. ¿Y la imaginación? Es la “loca de la casa”.

Tienes que ser consciente de lo que te enfada. Tienes que ser consciente de cómo reaccionas. Y trata de controlar ambas cosas.

Haz que los que están a tu lado se sientan acompañados.

Humillar es la venganza del soberbio. Nunca humilles a nadie.

Dices que no tienes voluntad. ¿No será que te interesa “no tenerla”?
Sabes que la frase «no tengo nada que hacer», en el fondo, no es verdad. No adormezcas tu voluntad

De un poeta inglés: «Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma».

Solo te tiene que preocupar lo que piensen de ti, Dios, tu conciencia y tus padres.

No seas como un interruptor: apagado o encendido. No todo es blanco o negro. ¡Existen los grises!

Hacer las cosas mal es muy fácil; hasta el más estúpido sabe emborracharse. Sin embargo se necesita mucha clase para no dejarse arrastrar. Ten personalidad.