El Libro De Los Amores Ridículos

¡Con qué ligereza y con qué defectuosos materiales edifica el hombre sus excusas! N

El hombre atraviesa el presente con los ojos vendados. Sólo puede intuir y adivinar lo que de verdad está viviendo. Y después, cuando le quitan la venda de los ojos, puede mirar al pasado y comprobar qué es lo que ha vivido y cuál era su sentido.

Como le parezca. Pero verá usted que, o las personas no son personas, o usted no sabía cómo eran las personas.

Estimados colegas, la mayor desgracia posible es un matrimonio feliz: no le queda a uno la menor esperanza de divorciarse

¡Con qué ligereza y con qué defectuosos materiales edifica el hombre sus excusas!

acontecimientos de la noche anterior le había dejado un tanto confuso: no estaba seguro de si había sido una noche tan cautivadora

el doctor Havel había adivinado: el redactor había ido en busca de la doctora el mismo día en que su maestro se la había elogiado. Al cabo de unas cuantas frases

que era su buena estrella, que le hacía ganar el favor de la casualidad y de las muchachas

anterior. Havel manifestó que sí y la masajista le levantó la pierna derecha. Cuando el chorro de agua le hizo cosquillas en la planta del pie, la masajista sonrió

sentándose en un banco y apostando cuántas personas se volverían para mirarlos