Lo único que tiene que saber un buen zurcidor son tres cosas:
Uno. Que por grande que sea el problema, es posible remendarlo.
Dos. Que zurcir es una tarea celosa. Eso quiere decir que no puedes hacerlo pensando en otra cosa, porque entonces todo sale mal.
Y tres. Que por cada metro de hilo que pienses usar, debes preparar la misma cantidad de calma y afecto. Si no le tienes cariño a la cosa que remiendas, el remiendo no durará nada, y si no le pones suficiente calma, te puede llevar ocho veces más tiempo.