De momento no han desconectado a un solo «adolescente salvaje».
—No —dice Janson—, porque la ley no entra en vigor hasta esta medianoche.
Y los dos deciden pasar el resto de la velada juntos, abrazados, como si aquel fuera el último día de la civilización.
Pues, en cierto sentido que no tiene nada de imaginario, lo es.