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Emily Dickinson

El secreto de la Oropéndola

  • Ana Saenzhas quoted4 months ago
    La sed enseña qué es el agua;

    cruzar los mares, qué es la tierra;

    el éxtasis se aprende en la agonía;

    la paz, en las historias de batallas;

    el amor, en los epitafios.

    La nieve enseña qué es el pájaro.
  • Ana Saenzhas quoted4 months ago
    Hay en esta apartada habitación

    una quietud que excede la del sueño —

    No nos dirá su nombre.

    Una ramita lleva sobre el pecho.

    Algunos la acarician o la besan,

    otros frotan su mano inanimada.

    Hay algo que no logro comprender,

    algo en su gravedad sencilla y llana.

    Los vecinos, ingenuos, parlotean

    sobre «morirse demasiado pronto».

    «Los pájaros se han ido», apostillamos

    quienes tendemos a los circunloquios.
  • Ana Saenzhas quoted4 months ago
    Donde las aves todas sin apuro van

    y juegan las abejas sin pudor,

    debe el extraño, antes de llamar,

    despojarse del llanto y la aflicción.
  • Ana Saenzhas quoted4 months ago
    Un ave oí allá en lo alto,

    los árboles hollaba

    como si cualquier cosa,

    hasta que divisó una brisa

    y, en un golpe de viento,

    fruto de un malestar

    de la naturaleza,

    suavemente subió.
  • Ana Saenzhas quoted4 months ago
    Hubo una vez una criatura

    más bien menuda y regordeta;

    volvía del colegio, por las lomas,

    con su hilo y su aguja, muy cargada;

    con nueces, compañeros, días de fiesta

    y visiones minúsculas y vastas.

    ¡Qué extraño que unos pies que tanto sostuvieron

    se puedan ir así, como si nada!
  • Ana Saenzhas quoted4 months ago
    Un camino evanescente

    con el rodar de una rueda,

    una reverberación

    de esmeralda, un alud

    de carmín; y cada flor

    del arbusto, que despierta —

    Es el correo, y de Túnez,

    nada menos, tal vez, llega.
  • Ana Saenzhas quoted4 months ago
    Un séquito cruzaba el cementerio,

    un pájaro arrancó a cantar,

    y trinó, tremolando, estremeciendo,

    hasta que todo allí empezó a trinar.

    Y él adaptó su partitura al resto,

    y saludó y volvió a empezar.

    Aquel le parecía, sin duda, el mejor modo

    de despedir a aquellos que se van.
  • Ana Saenzhas quoted4 months ago
    Esa cosa con plumas

    que se posa en el alma,

    que musita canciones sin palabras

    y nunca, nunca deja de cantar —

    Furiosa, muy furiosa, ha de rugir

    la tormenta para desconcertar

    a esa voz aún más dulce en la ventisca —

    pajarillo que aliento a tantos da.

    En la tierra más yerma y más helada,

    en el mar más extraño, la he oído;

    y nunca ni el más mínimo consuelo,

    ni en la inclemencia extrema, me ha pedido.
  • Ana Saenzhas quoted4 months ago
    Cosas que vuelan, las hay —

    Horas, aves, abejorros —

    Pero que las lloren otros.

    Cosas que arraigan, también —

    Montes, pesares, lo eterno —

    Mas no me incumben tampoco.

    Lo que, al dormirse, florece.

    Sí. Los cielos. Mas ¿podré?

    ¡Qué sigilo el del enigma!
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