En cambio, otros siguieron comiendo, igual que los insectos, unos se transformaron en peces, pájaros, monos, hasta llegar a convertirse en hombres. Otros no quisieron mejorar, y siguen hoy siendo insectos. ¡Qué vergüenza para el hombre que come carne humana si se compara con el que no la come! Sospecho que su vergüenza debe ser mucho mayor que la que pueda sentir el insecto en comparación con el mono.