Me parece que leía al menos de dos maneras. Primero seguía de corrido acontecimientos y personajes sin fijarme en los detalles [...] la segunda consistía en una cuidadosa exploración, escudriñando el texto para entender su significado oculto, encontrando placer en el sonido de las palabras o en las claves que las palabras se resistían a revelar, o en lo que yo sospechaba escondido en las profundidades de la historia misma, algo demasiado terrible o demasiado maravilloso para ser visto.