Enamorados de la distracción

En Asia, la meditación tántrica y budista, el zen japonés y el son y el yoga coreanos han evolucionado para domesticar nuestra distraída, parlanchina e indisciplinada “mente de mono”. Neurocientíficos, psicólogos y terapeutas por igual han observado que las prácticas de meditación pueden tener un poderoso efecto sobre el cerebro, afinar las habilidades físicas y contribuir al tratamiento de una variedad de problemas psicológicos. Las prácticas contemplativas no solo brindan una manera de controlar la “mente de mono” o refrenar la actividad multitareas compulsiva. También pueden ser readaptadas para recuperar el control de nuestra mente extendida.

esas distracciones crónicas erosionan nuestra sensación de poder controlar la propia vida.

La habilidad de prestar atención, de controlar los contenidos de la propia conciencia, es crucial para tener una buena vida.

Desafío, euforia, dificultades que valen la pena y recompensan el esfuerzo... y tener conciencia intensa de todo eso: estas son las cosas que producen experiencias de flujo, y el flujo es la llave de la felicidad.

las personas son más felices cuando están absortas en tareas difíciles que cuando se distraen con placeres sibaritas. “Los mejores momentos de nuestras vidas no son las etapas pasivas, receptivas, relajadas”, escribe Csíkszentmihályi. “Ocurren cuando el cuerpo o la mente de una persona llegan a sus límites por el esfuerzo voluntario de lograr algo que es difícil y que vale la pena.”

Aquellas situaciones que conllevan desafíos, reglas claras y retroalimentación inmediata son más propensas al flujo.

El flujo tiene cuatro componentes mayores, siempre según Csíkszentmihályi. “La concentración es tan intensa que no queda resto de atención para pensar en irrelevancias o preocuparse por problemas. La autoconciencia desaparece y la sensación del tiempo se distorsiona. La actividad que produce esas experiencias es tan gratificante que las personas están dispuestas a realizarla sin poner reparos ni pensar en sacar provecho, aun cuando sea difícil o incluso peligrosa.”

Como la lectura lo demuestra, familiarizarnos con las tecnologías al punto de que comiencen a formar parte de nuestra persona, utilizarlas sin esfuerzo, sentir que extienden nuestras habilidades físicas o cognitivas o creativas puede ser intensamente placentero.

Estos elementos estructurales son lo que los bibliófilos llaman “paratextos”, término que también incluye los encabezados y subencabezados, los epígrafes de las fotos y las notas a pie de página.

pero los occidentales los conocieron gracias a los textos científicos árabes).