¡Qué libro tan, pero tan bonito!
Más allá de ser un libro sobre el origen de un platillo (que por cierto jamás he probado y me pasé todo el libro babeando de antojo) es un libro sobre la familia y la memoria, acerca de cómo se transmite la tradición familiar de manera que llegamos a sentir la historia de nuestra familia tan propia y cercana como si la hubiésemos vivido en carne propia, de esa complicidad que existe entre sus miembros de manera que se crea un léxico muy íntimo cuyo significado sólo entienden quienes forman parte de ese núcleo y que es una forma particular de decir las cosas que además rememora nuestra genealogía.
La escritura de Virginia Higa es tan precisa y al mismo tiempo tan flexible que es capaz de transmitirnos las experiencias de sus personajes de manera muy vivencial porque tiene la facultad de apelar a aquellas sensaciones, pensamientos, intereses, preocupaciones y necesidades comunes al género humano, pero también es una escritura que al entrar en contacto con el lector se vuelve sonora, palpable, degustable, olfativa y visual.
Escrita con sencillez y candor, es una novela que se disfruta como un buen plato de sorrentinos
Un libro maravilloso.