De María García Esperón aprendí lo más básico de la escritura: a contar historias, a escuchar mi voz y darle valor, a construir, poco a poco, los cuentos que me habrían de acompañar toda la vida. Me enseñó a escuchar a los mitos, el origen, allí donde nacieron las historias y las voces que los fueron hilando; aprendí a leer y a buscar, a perseguir al destino y a arrebatárselo al tiempo si hacía falta.