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Elaine Vilar Madruga

El cielo de la selva

  • ESMEhas quoted10 days ago
    se viene a morir, a la vida me refiero, y a la selva también
  • Grishas quotedlast month
    La naturaleza de la muerte es una para todos, es un idioma común de las especies.
  • Anahas quoted11 hours ago
    porque todas las putas son hermanas, estén rotas o enteras, estén muertas o vivas.
  • Alejandra Muñoz Luciohas quoted11 hours ago
    supe que ya no me quedaba corazón, pero sí repugnancia, que podría vomitar la vida misma en cualquier momento
  • Alejandra Muñoz Luciohas quoted11 hours ago
    y la punzada en mi lado izquierdo es ahora solo un malestar fantasma que surge, carajo, donde no hay nada
  • Anahas quoted12 hours ago
    Nadie que no sea puta puede entender la herman-dad de las mujeres que viven del sudor de sus coños y es mejor así. Si existiera un mundo de putas, pues entonces tal vez sería un mejor mundo, y eso a nadie le conviene.
  • egledisreveron854has quoted14 hours ago
    mosquitos casi tan fieles como los perros. O quizás no tan fieles porque los perros te marcan la vida, te muerden el corazón, te hacen madre, y si matan al perro no se acaba la rabia, sino que se siembra en lo más profundo de las tripas.
  • egledisreveron854has quoted14 hours ago
    hombres no entendían las palabras. Estaban más allá de las palabras de una mujer.
  • egledisreveron854has quoted15 hours ago
    un segundo fue en contra de sí misma y se quiso preñada de nuevo, se quiso gorda, se quiso hinchada, todo con tal de que Lázaro dejara de mirarla con aquellas preguntas que ella no podía entender. Por qué envejecen las mujeres. Por qué se muere la juventud así de repente, sin avisar y sin dar gritos. Por qué las mujeres deciden de repente tener migraña y ya no hijos.
  • egledisreveron854has quoted15 hours ago
    Recordó de momento que lo único que le gustaba de estar preñada era el hecho de que Lázaro nunca se marchaba de su lado. Nada más le apetecía de toda aquella circunstancia: ni que le pesaran los pies y el cuerpo todo el tiempo, ni aguantar el dolor de los pujos, ni que al final las mandíbulas de la selva se llevaran lo que por derecho era suyo, sangre de su sangre, carne de su carne, olor de su olor.
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