entró al cuarto de la enferma, la escuchó ladrar y se acercó para amansarla a besos, para prometerle un nuevo perro, mil perros si no quería hijos, por ella iría a la selva a cazar jíbaros y se los traería todos. Pero ya Ananda no era Ananda y, cuando vio a Lázaro entrar por la puerta, le fue para arriba entre gañidos. Protegía con su cuerpo los huesos pelados de Choclo