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Elaine Vilar Madruga

El cielo de la selva

  • Grishas quoted10 hours ago
    En la tierra estaba aquella piedra. Una piedra de matar. Una piedra cuyo único propósito en el mundo había sido existir hasta que llegara su momento, hasta que la mano de Ifigenia la levantara para cobrar su peso en sangre. Ifigenia la tomó. Una piedra aplastacráneos.
  • Grishas quoted10 hours ago
    Antes de volver a la hacienda, Ifigenia se asomó un segundo sobre el cadáver para ver aquel desamparo de la belleza de la vida, pero solo pudo vislumbrar que los ojos de la niña demasiado alta permanecían abiertos y que pestañeaban, más allá de la muerte, casi llorosos de soledad.
  • Grishas quoted17 hours ago
    El corazón de Ifigenia le late en la garganta. Ya no le quedan palabras ni ideas, solo aquella ardentía entre las piernas, los muslos húmedos y la nariz bañada en el miedo ajeno y en el poder propio.
  • Grishas quoted17 hours ago
    Todos observan a Ifigenia como se contempla al dios de los cobardes.
  • Grishas quoted17 hours ago
    La lista crece. Ifigenia no puede parar, no quiere, porque eso es lo que hacen los profetas: crear una mentira y repetirla tantas veces como sea necesario hasta hacerla verdad.
  • Grishas quoted21 hours ago
    De una oveja negra puede nacer un profeta, porque solo se es profeta en el terror reverencial de los hermanos.
  • Grishas quotedyesterday
    Pero si algo ha aprendido Ifigenia en todo su tiempo de vida es que los mayores de la hacienda se cuidan entre sí. De la selva, del miedo y de los niños. Sobre todo de los niños.
  • Grishas quotedyesterday
    Ahora que sabe que va a morir pronto, Ifigenia no duerme apenas. Para qué dormir ahora si luego no se sabe qué será la muerte, si sueño o garganta infinita, si cuchillo o machete.
  • Grishas quotedyesterday
    Fue entonces que tuve la sensación de que dios no vivía en el cielo, como me habían enseñado siempre. Para qué alzaba los ojos hacia las nubes pensando en dios y en cómo rezarle, qué desperdicio de fuerzas y de ojos, carajo, si era más simple mirar hacia la selva y recitar un padrenuestro, dos avemarías y un salve a dios, que no estaba arriba, sino abajo, entre los árboles.
  • Grishas quotedyesterday
    Recuerdo las flores que crecieron directamente en el cordón umbilical de una de las crías que di a luz y después en su ombligo. No importaba que yo las cortara, carajo, las flores volvían a salir.
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