Nunca antes la humanidad se había sentido tan decepcionada. Si al menos, decían, la Nube hubiera llegado para luego irse como había venido, dejando solamente a su paso una sensación de vacío, una apacible decepción que, en el peor de los casos, no hubiera sido otra cosa que la continua decepción de la vida; a estas cosas el mundo sabía adaptarse