Tras sus muros carmesí, la Ciudad Prohibida de Pekín esconde mil secretos. Vedada al público (de ahí su nombre), este increíble recinto medieval, diez veces más grande que el palacio de Versalles, fue la residencia de los veinticinco emperadores de las últimas dinastías chinas, Ming (1368–1644) y Qing (1644–1912). Como sus familias y cortes sólo salían de esta «ciudad dentro de la ciudad» en contadas ocasiones, todas las decisiones políticas y administrativas se tomaban allí, alimentando el aura de secreto y misterio.
Bernard Brizay nos lleva al corazón de la ciudad prohibida, representación simbólica del poder absoluto de sus ilustres moradores. Más que un relato sobre los soberanos y su ejercicio del poder, lo que el autor desvela es la vida cotidiana de la corte, sus tortuosas intrigas, sus innumerables complots, sus rituales, sus tácitas jerarquías internas y su ambivalente ceremonial. Por primera vez se presta especial atención a los eunucos, figuras clave de la burocracia imperial, que actuaban como consejeros, confidentes de los soberanos y concubinas, y maestros espías. En este relato vivo y ameno, el autor da vida a la historia gloriosa y trágica de este monumento emblemático del poder imperial chino.