La petición de principio es una práctica muy extendida en el mundo: “¡Lo dijo el maestro!” Inamovible, irrevocable. Apelar a una fuente venerable (un autor consagrado, un poder) para defender una opinión muestra una debilidad implícita, porque si hubiera argumentos suficientes, no habría que recurrir a ninguna magnificencia especial. No digo que haya que desconocer caprichosamente al hombre sabio, sino que la verdad no se proclama ni se decreta; más bien se descubre, se busca, se suda o se sueña.