Ismael rememora toda su vida antes de entrar en una residencia de ancianos. Considera que sólo hasta la muerte de su esposa ha merecido la pena vivir, a pesar de las dificultades de su época: el acoso escolar, la férrea moral de los años 50 hacia las mujeres, el pobre sueldo de los maestros de escuela, las dificultades para adoptar a un niño, la revolución de Mayo del 68, etc. La segunda parte de su vida está dominada por los problemas de convivencia con los hijos, la soledad, la enfermedad donde ya no es necesario que se muerda la lengua, porque se le olvida lo que tiene que decir, y la travesía en la que, poco a poco, va sintiendo que la vida le abandona. Una novela de marcado cáracter humano que te hará vibrar hasta el final.